Lo
social,
entendido
como
aquella
dimensión
de
la
vida
en
comunidad
que
está
más
próxima
a la
ciudadanía,
carece
o al
menos
ha
carecido
del
dudoso
prestigio
que
otorga
primacías
en
el
mundo
el
periodismo
y de
la
información.
Ante
lo
político,
lo
económico
o lo
deportivo,
lo
genuinamente
social
cedía
forzosamente
el
paso,
quedando
relegado
a la
vasta
zona
de
sombra
de
las
periferias
informativas.
Excéntrico
por
decreto,
el
periodismo
social
se
ha
mantenido
peor
que
mejor
gracias
a la
militancia
enardecida
de
una
minoría
de
profesos,
que
han
sostenido
una
causa
sino
perdida,
sí
extraviada,
a
los
ojos
suficientes
de
la
prensa
auténtica,
que
como
todo
lo
que
se
tiene
a sí
mismo
como
verdadero,
en
realidad
aspira
a
ser
único.
Pero
esta
verdad
oficial
u
oficializada
se
ha
visto
desmentida
por
el
mejor
de
los
argumentos,
el
que
proporcionan
los
hechos,
ante
cuya
maciza
realidad
todo
termina
cediendo.
Incluso
en
el
periodismo
español,
en
el
que
todo
son
carencias,
la
información
social
-¡oh,
prodigio!-
ha
sido
posible
en
estas
últimas
décadas.
Y
basta
remitirse
a
las
pruebas,
incontestables
y
tozudas,
como
la
que
representa
la
existencia
de
la
agencia
de
noticias
Servimedia
que
contra
todo
pronóstico,
25
años
después
de
ser
creada,
se
ha
revelado
como
el
intento
más
serio,
extenso
y
continuado
de
periodismo
social
en
España
y en
español.
Me
corrijo,
Servimedia
no
es
un
mero
intento,
que
suena
a
conato,
a
algo
ensayado
de
cuya
efectividad
y
continuidad
cabe
razonablemente
dudar,
sino
una
feliz
y
sugestiva
realidad
que
a
los
movimientos
sociales,
como
el
de
la
discapacidad
organizada,
nos
ha
restituido
el
dominio
o
cuando
menos
la
posesión
parcial
de
un
mundo,
el
de
la
información,
de
crucial
relevancia
puesto
que
articula
el
relato
de
la
vida
en
sociedad,
que
siempre
nos
había
parecido
ancho
y
ajeno.
Luis
Cayo
Pérez
Bueno,
Presidente
Comité
Español
de
Representantes
de
Personas
con
Discapacidad
(CERMI)