Emotivo
discurso
de
este
jurista
que
ve
clave
el
Estado
de
Derecho
y la
Justicia
para
luchar
contra
la
corrupción
y
los
populismos
que
amenazan
a
nuestra
democracia
Sin
prisa
pero
sin
pausa,
citando
a su
maestro
Federico
de
Castro,
uno
de
los
juristas
que
siempre
creyó
en
la
relación
directa
entre
el
Derecho
y la
realidad
social,
Manuel
Olivencia
Ruiz,
Premio
Pelayo
al
jurista
más
reconocido
en
su
XX
edición,
hizo
una
faena
digna
del
mejor
Curro
Romero
cuando
este
diestro
lograba
poner
en
pie
al
exigente
público
sevillano
y
salir
por
la
puerta
grande
de
la
Maestranza.
El
discurso
de
este
jurista,
muchos
años
catedrático
de
Derecho
Mercantil
en
la
Universidad
de
Sevilla,
investigador
y
abogado
al
mismo
tiempo,
empezó
a
reconociendo
el
apoyo
de
su
padre,
abogado
como
él,
su
hijo
Luis,
recientemente
fallecido;
sus
compañeros
de
despacho
en
Cuatrecasas
del
que
es
socio
y
vicepresidente;
discípulos
y
resto
de
familia.
Luego,
fue
entrado
en
la
dura
realidad
con
suavidad
y
firmeza
para
señalar
al
“Estado
de
Derecho
y a
la
justicia
como
elementos
claves
para
luchar
contra
los
populismos
que
convierten
la
democracia
en
demagogia
y
frenar
la
corrupción
donde
a
veces
los
poderes
públicos
utilizan
para
fines
privados
el
dinero
de
todos”.
Fue
la
noche
de
Don
Manuel,
el
jurista
total;
abogado
desde
cincuenta
años
y
catedrático
también
desde
muy
joven
en
su
amada
Sevilla.
En
el
auditórium
del
Casino
de
Madrid;
la
plana
mayor
de
los
operadores
jurídicos
con
Carlos
Lesmes,
presidente
del
Tribunal
Supremo
y
CGPJ
que
le
entregó
el
Premio,
acompañado
del
Ministro
de
Justicia
Rafael
Catalá
y
otras
personalidades
de
este
sector
legal.
Fue
la
noche
más
hermosa
del
jurista
total.
LuisjaSánchez/Lawyerpress
Los
salones
del
amplio
Casino
de
Madrid,
ya
tradicional
como
cita
de
este
prestigioso
premio,
se
quedaron
pequeños
para
albergar
lo
que
muchos
expertos
consideran
el
Oscar
jurídico.
Nuestra
publicación
ya
tuvo
el
honor
de
hacer
un
pequeño
homenaje
al
que
su
sumaron
tanto
prestigiosos
compañeros
como
el
propio
Rafael
Fontana,
presidente
ejecutivo
de
Cuatrecasas,
Goncalves
&
Pereira
http://goo.gl/pvboU5.
Sería
por
nuestra
parte
un
atrevimiento
empezar
a
citar
personalidades
que
se
dieron
cita
en
esta
tarde
noche
lluviosa
en
la
capital
de
España.
Todos
los
operadores
jurídicos
estaban
allí;
Jueces,
fiscales,
abogados,
procuradores,
secretarios
judiciales
representados
por
sus
máximos
dirigentes.
Un
buen
momento
para
charlar
o
intercambiar
opiniones
sobre
las
reformas
que
vienen
a
nuestra
justicia.
Todos
escucharon
con
mucha
atención
el
discurso
de
don
Manuel,
una
exposición
que
no
dejó
indiferente
a
nadie
por
la
claridad
de
ideas
de
sus
planteamientos.
Y es
que
como
alguien
dijo
en
alguna
ocasión
“los
premios
se
prestigian
tanto
por
quienes
los
otorgan
como
quienes
lo
reciben”.
Nuestro
ilustre
invitado
inició
su
exposición
agradeciendo
a
sus
más
íntimos
el
apoyo
dado
en
su
longeva
carrera
profesional.
Así
especialmente
agradeció
ese
apoyo,
a su
padre
ya
fallecido
y
abogado
como
él y
a su
hijo
Luis,
también
tristemente
desaparecido
otro
experto
jurista.
“Hoy
es
un
momento
para
acordarme
de
mis
nueve
nietos
y
especialmente
de
Javier
que
va a
seguir
mis
pasos
como
abogado”,
señaló
con
voz
cansada
por
la
emoción.
En
esta
parte
de
su
exposición
recordó
que
hizo
el
doctorado
en
Bolonia,
volvió
a
Madrid
para
integrarse
en
el
despacho
de
Joaquín
Garrigues,
a la
vez
que
sacaba
la
cátedra
en
la
Universidad
de
Sevilla.
De
ella,
de
su
Facultad
de
Derecho
fue
decano,
vicedecano
y
secretario
convirtiéndola
en
signo
de
modernidad
y
creando
toda
una
saga
de
mercantilistas,
muchos
de
los
cuales
estaban
ayer
con
él
en
estos
momentos
tan
señalados.
Fue
citar
a
uno
de
sus
maestros,
Federico
de
Castro,
con
el
que
coincidió
tras
el
doctorado
y su
estancia
en
Madrid
cuando
Olivencia
entro
en
materia.
“El
jurista
debe
apoyar
al
legislador
para
que
este
haga
mejores
leyes
dándole
sugerencias”,
recordando
su
etapa
en
la
Comisión
General
de
Codificación
donde
su
esfuerzo
sirvió
para
arrancar
la
primera
reforma
concursal,
el
llamado
Código
Olivencia
de
Buen
Gobierno
en
las
empresas
cotizadas
o
el
nuevo
Código
Mercantil,
pendiente
de
aprobación
en
estos
momentos.
También
apunto
que
siempre
ha
sido
un
defensor
del
imperio
de
la
ley
sobre
todo
para
reseñar
que
“en
esta
sociedad
la
profesión
de
jurista
es
fundamental
para
preservar
el
Estado
de
Derecho”.
En
este
momento
recordó
que
tanto
la
Justicia
como
el
propio
Estado
de
Derecho
son
claves
para
hacer
frentes
a
las
alarmas
de
la
sociedad
como
los
populismos
que
amenazan
nuestra
democracia
o la
corrupción
que
pervierte
a
los
poderes
públicos.
“Sin
embargo
hay
que
tener
esperanza
ante
estas
amenazas
porque
el
Estado
de
Derecho
está
por
encima
de
las
decisiones
políticas”,
apuntó.
Los
aplausos
dieron
por
finalizada
una
intervención
de
las
que
siempre
se
recordarán
a lo
largo
de
la
trayectoria
de
estos
Premios
Pelayo
al
Jurista
de
Reconocido
Prestigio.
Con
anterioridad
hicieron
los
honores
al
homenajeado
José
Boada,
presidente
de
la
aseguradora
y
Landelino
Lavilla,
exministro
de
Justicia
en
sus
años
jóvenes,
hoy
Consejero
de
Estado
y
Presidente
del
Jurado,
flanqueados
por
Carlos
Lesmes,
presidente
del
Tribunal
Supremo
y
del
CGPJ,
quien
condujo
el
acto
y
entregó
el
Premio
a
don
Manuel
bajo
la
mirada
de
Rafael
Catalá,
Ministro
de
Justicia.
Minutos
antes,
otro
ilustre
Miguel
Rodríguez-Piñero,
premio
Pelayo
2013
y
Consejero
de
Estado,
al
que
pudimos
entrevistar,
http://goo.gl/Atg1dj,
hizo
el
semblante
del
galardonado.
En
su
exposición
destacó
la
gran
tarea
de
Olivencia
como
abogado
y
catedrático
“que
siempre
desarrolló
su
actividad
con
honestidad
y
autoexigencia”.
Al
mismo
tiempo
resalto
que
para
este
experto
el
binomio
catedrático
y
abogado
nunca
había
sido
incompatible
a lo
largo
de
los
más
de
cincuenta
años
de
carrera
profesional.
Un
discurso
que
hizo
aún
más
grande
la
figura
de
Manuel
Olivencia,
un
jurista
comprometido
con
la
sociedad. |