Papelín es a papelón como cojín es a x – José Solís Ruiz

Publicado el lunes, 4 noviembre 2019

José Manuel Pradas – La huella de la toga.

Decía en la entrega anterior que había escrito un artículo posiblemente demasiado académico, que chocaba con lo que personalmente quisiera sea mi estilo de contar las huellas que van dejando las togas. Y me emplazaba a intentar compensarlo en el siguiente. Creo que he tenido suerte y he dado con un tema ligero que me permitirá pasar el trance autoimpuesto.

Hay anécdotas, sucesos, que tienen tanto éxito que terminan convertidos en lo que se llaman leyendas urbanas cuya demostración de falsedad es prácticamente inútil, pues la mayoría juraremos ante los Evangelios que son ciertas. Empezaré con una que coincide con el periodo que estuve viviendo en Chile, donde toda la colonia española jurará su autenticidad. Erase que se era que aprovechando una visita del anterior monarca a Santiago de Chile, se  inauguró un rascacielos, sede de Telefónica, cuya forma estaba inspirada en el teléfono Motorola y por ese motivo se organizó un sorteo extraordinario de lotería. Hasta ahí todo transcurre por los cauces de la más estricta normalidad, pero resulta que el organismo estatal encargado de las loterías en aquel país tiene para nosotros una denominación poco menos que chocante, es nada más y nada menos que la “Polla Chilena de Beneficencia”.

Según la leyenda urbana, del centro histórico de Santiago colgaban unos enormes cartelones en los que se animaba literalmente a “jugar con la extraordinaria polla real”. Versiones ya más historiadas añaden detalles, sobre la impresión que causó esta publicidad en el monarca al ver esas pancartas colgadas de acera a acera. No contaré más, hasta aquí llego con esta historia.

Si alguna revista durante el franquismo suponía una rendija de humor sano y libertad, pocos dudarán en citar “La Codorniz”, la “revista más audaz para el lector más inteligente”, fundada por Mihura y durante tantos años dirigida por Álvaro de Laiglesia. Se cuenta que, amenazada de cierre por alguna portada o artículo, la dirección de la revista avisó en su siguiente número la siguiente regla de tres o silogismo, según se vea.

Papelín es a papelón

Como cojín es a X

Nos importa 3X

Que nos cierren la edición

¿Realmente se publicó esta especie de teorema? ¿Actuó la férrea censura? Mi búsqueda sobre la veracidad de estos versos ha resultado infructuosa, pero igual que yo juraré haberlo leído, seguro que algún otro lector me ratifica.

Vamos con la tercera. Otra leyenda urbana, pues al parecer no figura en el Diario de sesiones del Senado, es cuando Antonio Fontán su Presidente le dice al senador por designación regia Camilo José Cela que está dormido. Éste le replica que no es cierto, que lo que está es simplemente durmiendo y cuando Fontán –por cierto catedrático de latín- le dice que es lo mismo, Cela zanja el debate, contestándole que no, que no es lo mismo, como no es igual estar jodido que estar jodiendo.

Como he dicho, esto no aparece en el Diario de sesiones y bien pudiera ser que luego Cela se apropiase hábilmente de algo similar sucedido cien años antes. Antonio Rios Rosas, político rondeño del XIX y con calle en Madrid famosa por sus atascos, fue interpelado por un compañero en el Congreso por estar dormido. Rios Rosas contestó de idéntica manera, eso sí sustituyendo el símil comparativo por el más discreto de “no es lo mismo estar bebido que estar bebiendo”.

José Solís RuizLo contado hasta aquí –que espero haya causado más sonrisas que improperios a mi persona- sirve de introducción para nuestro jurista invitado de hoy. Se trata de José Solís Ruiz, prohombre del régimen franquista, ministro Secretario General del Movimiento -enfrentado a los tecnócratas del Opus Dei con motivo del caso Matesa- más tarde Ministro de Trabajo en el primer Gobierno de la monarquía y que tuvo un papel más que destacado en los llamados Acuerdos Tripartitos de Madrid, por los que España entregó la administración de la provincia del Sahara Occidental a Marruecos y Mauritania. Era conocido por la prensa como “la sonrisa del Régimen” y le recuerdo vagamente con un cerrado acento lleno de gracejo. Se colegió ya muy tardíamente en 1970, con el número cronológico 19.789. José Solís, que aún no lo he dicho, había nacido en Cabra, la antigua Egabro romana.

Pues bien, hace unas semanas escuché en una emisora de radio esta anécdota que, al parecer si es cierta y no una leyenda urbana. A finales de los años cincuenta, siendo Solís ministro del Movimiento como ya se ha dicho, defendía un proyecto de ley que proponía aumentar las horas lectivas de educación física, en detrimento de los estudios de latín.

En mitad de su parlamento, Solís se hizo la siguiente pregunta: “porque, en definitiva, ¿para qué sirve hoy el latín?”

Adolfo Muñoz Alonso, hombre tan del Régimen, si no más que nuestro protagonista, vallisoletano y Catedrático de Filosofía en la Complutense, no pudo contenerse y desde el escaño increpó a Solís: “Por de pronto, señor ministro, para que a Su Señoría, que ha nacido en Cabra, le llamen Egabrense y no otra cosa”. Reflejos e ingenio no le faltaron al sesudo catedrático de filosofía.

Otros célebres personajes que llevan el gentilicio de egabrenses asociados a su persona han sido Alcalá Galiano, marino y explorador, el capitán de las Morenas, héroe de Baler o la actual vicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo.

En definitiva, espero haber compensado con creces la seriedad y rigor académico de la anterior entrega y si no es así, pido sinceras disculpas. Por último y ya para terminar, aprovechando que ha aparecido el dato durante la breve investigación, quiero mencionar al hijo del político y catedrático de filosofía defensor del latín, Ángel Muñoz-Alonso y López músico y compositor, autor entre otros temas de éxito de “Saca el güiski, cheli” y pareja artística de José Miguel Monzón, más conocido como el Gran Wyoming; estoy hablando nada menos que del Maestro Reverendo, otro tipo tan serio como pretendo serlo yo mismo.

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