Silvia Vazquez, Abogada de Familia y Socia de AMAFI
Como colofón final al interesante y revelador I Congreso de AMAFI (Asociación Madrileña de Abogacía de Familia e Infancia, www.somosamafi.es ) que tuvo lugar el pasado 7 de julio de 2022 en Madrid, tuvimos el placer de participar todos los asistentes de la ponencia de Don Juan Martín Gravina sobre “Técnicas Teatrales para abogados”. Juan es actor, director y docente homologado por la EOI (Escuela de Organización Industrial) en la Metodología de Artes Escénicas aplicadas en el ámbito profesional. En este caso adaptó la ponencia a los abogados y a cómo, con unas pautas muy concretas, podemos explotar al máximo nuestro potencial, ya sea a la hora de tratar con los clientes, celebrar una vista o en nuestro día a día, tareas que requieren que empleemos todas las herramientas que tengamos a nuestro alcance.
La ponencia fue un anticipo de todo lo que se puede llegar a realizar con estas Técnicas Teatrales, que se verán más desarrolladas y ampliadas en un taller que se celebrará en octubre ya que, en la ponencia de una hora de duración y por más que se exprimió al máximo, no pudimos conocer la totalidad de estas técnicas.
Entrando en el fondo de la “masterclass” ad hoc que nos dio Martín Gravina para los juristas allí congregados, empezamos con un calentamiento vocal que hizo que, a pesar de la hora (16.30 p.m.) y una maratoniana mañana de intensas conferencias, perdiéramos la vergüenza y nos despojáramos del letargo propio de esas horas en un instante.
Dichos ejercicios consistían, por ejemplo, en correr y reír con intensidad, estirar y despertar los músculos, mover la lengua de un lado para otro, subir y bajar los brazos, hacer el “motorcito con los labios” o repetir el mantra de PRA DA LA cada vez más rápido y con todas las vocales. Igualmente, útil puede ser intentar hablar con el lápiz entre los labios, ¿el objetivo de todo esto? Entrenar el músculo de la lengua, ya que como todos los músculos cuanto mejor lo entrenemos mejores resultados nos dará, y menos probable será que se produzca el mayor temor de todos cuando hablamos en público: que se nos trabe la lengua.
Aprendimos a respirar mejor, para evitar la frustrante situación de quedarnos sin aire mientras hacemos nuestros alegatos, o a proyectar mucho mejor nuestra voz precisamente a través de los tempos y las respiraciones para que se nos oiga mejor.
Martín Gravina supo conectar con el público a la perfección y hacer que todos salieran voluntariamente a ser partícipes de sus métodos, como el del “oportunismo” a la hora de hablar que consistía en que el profesor repartía una temática y cada uno tenía que ir interrumpiendo al compañero con expresiones como “si, además” o “si, pero” defendiendo su postura. Este ejercicio nos brinda la oportunidad de adquirir agilidad mental y rebatir las afirmaciones que se realizan de contrario en sala, por ejemplo, en cuestiones que no beneficien a nuestro representado.
Del mismo modo, es vital para los Letrados aprender a defender algo como si nos fuera la misma vida en ello y tuviésemos toda la razón sin importar que eso sea realmente así, tenemos que luchar por las pretensiones de nuestros mandantes, aunque seamos conscientes de las limitaciones o no tengamos toda la información para poder hacerlo.
Para conseguirlo, Juan nos mostró el ejercicio “llevarse el gato al agua”, que consiste en que cada uno de los voluntarios tenía que conseguir que la conversación se recondujera por donde él quería o presentar a una persona que acabas de conocer de manera que el público asistente la quisiera contratar.
El ponente nos enseñó, que es clave centrar el foco en lo que queramos destacar, por lo que al hablar hemos de enfatizar en la oración aquello que más queramos que resalte y los oyentes fijen en ello su atención. Si a ello le sumamos, que tenemos que tener en cuenta que cuanto más hablemos más posibilidades tenemos de cometer algún error, nos quedamos con que el secreto para hacer un buen discurso es centrarnos en lo importante, y hacerlo de manera concisa para no perder la atención de nuestros espectadores, que es la tarea más difícil de todas (en nuestro caso concreto más si cabe, ¡¡todos sabemos lo difícil que es que nos escuchen en sala!!)
Para acabar la ponencia Martín Gravina se sirvió de una voluntaria para demostrarnos la importancia de la persuasión. Ella sola tenía que convencer a cinco personas del público que no conociera para que salieran con ella a la palestra, convencer a abogados no es sencillo pero la participante con gran destreza y un poco de ayuda del profesor consiguió su cometido y trajo a cinco compañeros con ella, habiendo utilizado con cada uno de ellos métodos distintos según la personalidad del que tuviéramos enfrente.
La conclusión, es que fue una ponencia amena, eminentemente práctica y muy útil, que nos expuso los recursos que tenemos a nuestro alcance a nivel lingüístico y que no empleamos como debiéramos por falta de conocimiento y el potencial que podemos llegar a alcanzar si los usáramos como debiéramos. Es por eso, que puedo afirmar con seguridad que la totalidad de los allí asistentes nos quedamos con ganas de más y estaremos pendientes de cuándo Juan Martín Gravina dará talleres de esta materia para que podamos adquirir todas estas destrezas que nos ayuden a ir con ventaja al entrar en una vista.
¡Gracias Juan!, te adaptaste perfectamente a nosotros y supiste conectar con todos y hacer que no perdiéramos la atención ni un segundo.
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